lunes, 5 de septiembre de 2011

Inteligencia emocional


Tengo un amigo del que siempre he pensado que posee una tremenda inteligencia emocional, una cualidad que envidio precisamente porque adolezco de ella. En cierta forma me gusta describir las características de una persona por como reacciona en determinadas situaciones. Por ejemplo, tenía una amiga que cuando me preguntaban por cómo era ella siempre respondía: " es una persona con la que simplemente sentada con ella en un escalón y comiendo pipas, el tiempo pasa volando" Pues aquel amigo es al que me gusta definir como la persona a la que miro cuando en una situación de tensión, descontrol o incertidumbre, no se que debo hacer. Un ser humano que sabe adaptar inmediatamente sus sentimientos a la situación en cuestión y moldearla para ajustarla a la medida y grado de la misma. La sociedad es un ente vivo, algo que respira, que cambia y que reacciona. Nosotros sólo aspiramos a poder adaptarnos lo mejor posible a cada aliento de un mundo que no comprendemos. Él es la persona que mejor sabe adaptarse a ese mundo.

He leído recientemente que la inteligencia emocional es en resumen enfadarse con la persona correcta con el grado e intensidad correcto. Complicada tarea para aquellos a quienes la pasión y el corazón entorpece cualquier intento de la razón de aplicar cordura. Pensando en esto creo que es una de las cualidades que pueden ser más útiles a lo largo de nuestra vida en relación con los demás.

La inteligencia emocional está muy relacionada con la empatía, una cualidad que practicamente garantiza unas relaciones cordiales y productiva con tus compañeros, amigos o familiares. La empatía es ponerse en el lugar de otra personas e intentar comprender qué es lo que siente o cómo se siente. Pero en mi opinión eso es sólo una parte, la inteligencia emocional usa la empatía como el instrumento para acercarnos a los demás y luego ella se encarga de adaptarse, amoldarse a la situación de la otra persona para intentar dar una respuesta acertada a los sentimientos del prójimo.

Como he dicho, todo es sentimiento y nada escapa a él. Por eso creo que quien sepa manejar los suyos y, en cierta manera el de los demás, tendrá éxito en muchas de las tareas que se proponga llevar a cabo.

miércoles, 9 de junio de 2010

El Titanic



Quien haya visto la película sabe que los sentimientos son capaces de llevarnos a hacer auténticas locuras, y no me refiero sólo al amor. Quien no la haya visto, muy pocos imagino, se la recomiendo. Pocos largometrajes, nunca mejor dicho lo de largos, han resumido tan explícitamente las distintas variables sentimentales que una persona puede padecer a lo largo de su vida. Todas y cada una de estas experiencias, que se materializan en acciones, tienen consecuencias.
Ahora te toca a ti, piénsalo. ¿Qué sentimientos te han llevado a cometer acciones que han acarreado consecuencias? Da igual que sean positivas o negativas y también el tipo de sentimiento (miedo, odio, alegría, excitación, tristeza, melancolía e incluso hambre, que al fin al cabo te hace sentir hambriento).
Los sentimientos lo son todo, el mundo es sentimiento, es dolor, alegría, pena, angustia. Hay distintos sentimientos casi como personas en el mundo, y nadie siente de igual forma que otra persona. Los sentimientos son los que nos hace únicos y especiales. Nada escapa de los sentimientos. Por eso es un laberinto imposible. Pero, ¿qué ocurriría si conociéramos de verdad nuestros sentimientos? Si supiéramos manejarlos, moldearlos, adaptarlos o algo más simple, reconocerlos?
Los sentimientos son las señales que nos indican cual es el mejor camino a seguir, la solución, la pista para salir de nuestro laberinto. El laberinto en el que todos estamos y del que no sabemos salir.